23 de mayo de 2013

INYECCIONES ECONÓMICAS DE EFECTO PLACEBO

Volatilidad en las bolsas y dudas, muchas dudas en los mercados, tras la comparecencia del Presidente de la Reserva Federal Bern Bernanke ante el Congreso de Estados Unidos. Bernanke, vino, vio, y más que vencer como Julio César, trató de sembrar paz a unos mercados que este jueves bailan la danza de los números rojos ante las dudas de hasta cuándo prolongará la institución su inyección de liquidez. Por el momento, la Reserva Federal seguirá administrando su medicinas en forma de 85.000 millones de dólares al mes destinados a la compra de bonos, hasta que las tasas de desempleo lleguen a alcanzar el 6,5%. Un porcentaje que parece hacerse de rogar, ya que la tasa de paro no baja este año del 7,5%.
La economía estadounidense mejora, sí. Los últimos datos hablan de la creación este mes de 200.000 puestos de trabajo. Sin embargo el paciente aun convalece. El propósito de mantener la inflación en el 2% queda aún lejos, y la economía crece a un ritmo más que moderado. Sólo en el primer trimestre ha alcanzado el 2,5%. Un pequeño oasis al que se han agarrado algunos colegas de Bernanke que piden que el Banco Central estadounidense corte el grifo de la liquidez a partir del próximo junio, mes en el que se harán públicas las nuevas cifras de desempleo.

Al otro lado del charco, la situación no es que esté mucho mejor. Más bien peor. Nuestro país vive la situación más crítica de su historia. El triple equipo de justicieros de la Troika formada por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional, campa por nuestro país para analizar las reformas económicas que se están llevando a cabo y comprobar in situ la reestructuración del sistema financiero. La visita de la Troika es necesaria, no sólo para dar luz verde al millonario rescate bancario de 100.000 millones de euros, si no para que los ciudadanos de a pié sepamos la realidad del estado de nuestras cuentas. Unas cifras que han sido en los últimos años tantas veces puestas en duda que hemos llegado a perder la confianza.

La inyección económica que aportan los mercados centrales no está siendo la panacea, pero está ayudando a que los mercados hagan frente a las deudas. Según los últimos datos nuestra deuda pública alcanza ya el 87,8% del producto interior bruto. Una cantidad que sería imposible afrontar sin la ayuda europea. Este balón de oxígeno sirve para calmar a los bancos y mercados, pero ¿qué pasa con las familias reales? ¿cómo nos afecta a nosotros y al estado de nuestra cuentas?. La realidad es que a efectos prácticos, nuestros bolsillos casi no lo están notando. Europa inyecta dinero, pero la economía continúa en recesión y aumentan las tasas de paro. Hoy casi tres de cada diez ciudadanos se encuentran en situación de desempleo y las economías reales ya no pueden más. Las familias, no notan en sus cuentas las millonarias sumas de dinero que vienen desde Europa. Los bolsillos cada vez cuentan con menos dinero, y hablar de ahorrar se convierte en una utopía. Sin embargo estas ayudas siguen siendo muy necesarias. Este agosto se cumplirán cinco años desde que Estados Unidos dio el primer signo de crisis con la caída de la bolsa de Nueva York. A pesar del tiempo, los mercados aun se encuentran convalecientes, por lo que una retirada a destiempo de los estímulos podría poner en serio peligro la recuperación económica de los países.
La política económica de inyectar capital ha creado una burbuja artificial donde la bolsas se benefician, se pintan de verde y tienen la sensación de riqueza, pero esta sensación es artificial. La enfermedad económica continúa. No basta con administrar medicamentos de efecto placebo. Es algo que en la práctica no sirve ya que al final la deuda está siendo tan grande que el cobrador, como decía la película, vuelve a llamarnos dos veces. Una para avisarnos del cobro, y otra para insistir en que tenemos que pagar porque seguimos aumentando nuestra deuda. La realidad es que hay que ir más allá, llegar más profundo y más lejos, y atacar en el corazón de la herida. Hay que cortar de raíz la causa de la enfermedad y que por fin las familias sientan como sus bolsillos vuelven a respirar. Lo importante es pagar las deudas pronto y ejecutar una reforma económica que incremente la economía, y llegue la liquidez a las familias.