El primer
semestre del 2013 será recordado por los “cortos” (especuladores que apuestan a la baja) como
un semestre negro. Cuando el S&P 500 recuperó los máximos de octubre del
2007 llegaron los catastrofistas de Wall Street en masa. En la CNBC y Bloomberg
muchos predecían que éste era el techo del S&P y que se volvería a repetir
2008. Por ahora, esto no ha ocurrido; el S&P 500 llegaría a unos nuevos
máximos de 1687 en Mayo. Sin embargo, cuando uno analiza la economía americana
no se puede concluir que esté mejor que nunca; lo cual connotan los niveles del
S&P.
En 2007
había 6.7 millones de americanos desempleados, a día de hoy, hay 13.2 millones.
El PIB crecía anualmente un 2.5%, en el presente crece un 1.6%. La participación de la fuerza laboral era del
65.8%, ahora del 63.8%. Otro dato interesante
es que, según la empresa S&P, en Octubre 2007 el Índice 20 S&P/Case-Schiller
de precios de la vivienda estaba en 190.97; el último dato señalaba una
puntuación de 151.71.
No obstante,
se puede argumentar que el S&P 500 no es un índice que refleje la economía
estadounidense sino que es un índice que refleja la situación conjunta de las
500 empresas que lo forman. Contra este argumento, hay que señalar que a pesar
de que los beneficios cumulativos de las empresas del S&P 500 se han
recuperado totalmente desde finales del 2006 (cuando empezaron a caer); la
causa de esta “explosión” en beneficios netos se debe, en gran parte, a que
estos beneficios provienen de bajar costes o, en otras palabras, despedir a
trabajadores. Es difícil hacer crecer los ingresos por acción cuando el mercado
doméstico se “recupera” lentamente; Europa está sumida en una profunda
recesión; y muchos mercados emergentes están sufriendo una ralentización.
Obviamente
estamos ignorando el factor más determinante en esta gran subida del S&P:
el QE. El balance de la Reserva Federal ha pasado de menos de un billón de
dólares en 2007 a tres billones de dólares en 2013. Cuando un banco central
expande su balance de esta forma al comprar deuda pública y valores respaldados
por hipotecas a través de la impresión de dinero, crea una liquidez excesiva
que se ve transferida a la bolsa. Éste era uno de los objetivos de la Reserva
Federal, que aunque hubiera preferido que ese dinero se diera en forma de
préstamos a la inversión y el consumo, la subida del S&P 500 crea un
“efecto riqueza” que aumenta el patrimonio de los inversores. A esta operación
hay que verle ciertos problemas:
Uno, que las clases sociales que se benefician
más de este efecto son las clases más altas y Estados Unidos tiene una alta y
creciente desigualdad, ya que el uno por ciento más rico posee más riqueza que
el noventa por ciento más pobre. Esto
significa que el “efecto riqueza”, sólo beneficia a una minoría. El otro gran
problema de esta operación es que si la bolsa sube por el exceso de liquidez;
ésta se vuelve dependiente de esa liquidez y mientras la haya, instituciones e
inversores seguirán comprando acciones; de esta forma, cada vez divergiendo más
de la economía real hasta que se llega al “punto burbuja”.
Entonces,
¿estamos ya en una burbuja y si es así cuando explotará? Mirando los datos macroeconómicos
aquí expuestos y los niveles en los que se encuentra el S&P 500, sí se
puede decir que haya una burbuja. En cuanto al pinchazo, para que éste ocurra
tienen que ocurrir una cosa: la reducción de liquidez. Hay diferentes
escenarios en los que esto pueda ocurrir: el primero, que la Reserva Federal
contraiga la liquidez de forma significativa porque parezca que la economía
está mejorando, aunque en este caso volverían al QE en cuanto vieran que la
economía no se mantiene sola. Dos, que las valuación del S&P 500 llegue a
niveles tan altos que para mantenerlos se necesite un QE que la Reserva Federal
no pueda o quiera implementar. La tercera y más probable es que los bonos
americanos sigan cayendo hasta que causen pérdidas de gran magnitud en el balance
de la Reserva Federal y ésta se vea obligada a parar el QE. Hay que pensar que
un uno por ciento de subida de tipos (“yield”) en bonos americanos (haciendo
una media de los diferentes “maturities”)equivale a 275 000 millones de dólares
en pérdidas para la Reserva Federal.
Concluimos
entonces, que hay una burbuja en acciones estadounidenses. Además, esta burbuja
explotará con el gradual desinfle de otra burbuja, la de los bonos americanos,
ya que obligará a la Reserva Federal a
dejar de darle al adicto (el mercado) su droga (liquidez) y este caerá en duro
período de desenganche donde tendrá que olvidar la euforia y volver al mundo
real o, en este caso; la bolsa americana tendrá que converger con la economía
real.